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I’ve worked in Oakland schools for 19 years as an educator, administrator, and organizer. During that time I have met hundreds of relentless family leaders. I have learned from the Jingletown families who didn’t ask for permission, and instead demanded decision-makers hear their demands, and the persistent families who launched the Small Schools Movement that started schools like ASCEND, Think College Now, EnCompass, MetWest, and many more.
And more recently families in East and West Oakland who have sounded the alarm about the unacceptable learning conditions at their children’s schools.
Oakland’s families of color are boss. And I am not talking about the regular attendees of school board meetings whose children attend some of the most sought-after schools in OUSD. I am talking about the families whose access to a great school feels largely out of reach.
For those families, especially Oakland’s immigrant community, it has never been so hard to advocate for change at their school.
I write this blog from the perspective of some of the families I have worked with who have given me permission and blessing to share their story.
Organizing to change power relationships is never polite. These families tell stories of being pushed and shoved in school hallways, and yelled at by school staff for their organizing efforts. They took this in stride, and even when they feared for how their children would be treated at the school site, they persisted.
But what made them pause was when they had school staff threaten to call ICE on them. I don’t mean a casual comment in passing, I mean letters sent home telling families that ICE would be contacted should they continue their organizing efforts. Steps were taken to address the issue with this individual, but the fear lingered.
Recently, I met with a few of these leaders to discuss local and national education issues. In that meeting, one leader told me that in reflecting on her organizing efforts from previous years. She shared that she and the other families would have NEVER organized at the school site if Trump had been president. The risks now are too great.
My heart sank. Second guessing your every move is a daily reality for immigrant families leaving under the threat of deportation, but now under the new regime, mothers who would stop at nothing to advocate for their kids feel silenced. These are the families whose voices need to be heard and it is a loss to our schools and community. Recent reporting across the country reflect that immigrants are changing their relationship to social services and opting to stay out of institutions that are perceived to increase risk of deportation.
I applaud OUSD’s declaration of being a Sanctuary District and the charter schools who have followed suit. And I was glad to see Superintendent Dr. Trammell’s op-ed on July 17th reiterating that OUSD does not ask for proof of immigration status and sharing resources for the Oakland Immigration Project.
Oakland is doing groundbreaking work here, but it is not enough. If those who are closest to the pain are to demand and identify solutions, we must do better as a city to ensure that families can live, work, play and organize, without the fear—even if we disagree with them.
What are we doing to make sure all employees see themselves working in solidarity of immigrant families and those under attack? In addition to striving to provide excellent education for all students, we need all staff in all schools, district and charter, to commit to making schools welcoming environments for students and families regardless of their citizenship status, race, gender and ability.
En Espanol
He trabajado en las escuelas de Oakland por 19 años como educadora, administradora y organizadora. Durante ese tiempo, he conocido a cienes de líderes familiares implacables. He aprendido de las familias de Jingletown que no pidieron permiso, y en cambio exigieron a los que toman decisiones escuchar sus demandas, y las familias persistentes que lanzaron el Movimiento de Escuelas Pequeñas que comenzaron escuelas como ASCEND, Think College Now, EnCompass, MetWest y muchas más.
Y más recientemente familias en East y West Oakland que han sonado la alarma acerca de las inaceptables condiciones de aprendizaje en las escuelas de sus estudiantes. Los que mandan son las familias de color. Y no estoy hablando de que asisten las reuniones de la junta escolar con frecuencia cuyos estudiantes asisten a algunas de las escuelas más solicitadas en OUSD. Estoy hablando de las familias cuyo acceso a una buena escuela se siente fuera de su alcance.
Para esas familias, especialmente la comunidad de inmigrantes de Oakland, nunca ha sido tan difícil abogar por el cambio en su escuela.
Escribo este blog desde la perspectiva de algunas de las familias con las que he trabajado y que me han dado el permiso y la bendición para compartir su historia.
Organizar para cambiar las relaciones de poder nunca es amistoso. Estas familias cuentan historias de ser empujadas en los pasillos de la escuela, y gritadas por el personal de la escuela por sus esfuerzos de organización. Ellos tomaron esto como campeonas, e incluso cuando temieron por cómo sus estudiantes serían tratados en la escuela, persistieron.
Pero lo que los hizo detenerse fue cuando el personal de la escuela amenazó con llamar ICE a ellos. No me refiero a un comentario casual al pasar, me refiero a las cartas enviadas a casa diciendo a las familias que ICE sería contactado si continúan sus esfuerzos de organización. Hubo respuesta de la escuela acerca esa persona pero el miedo se sintió por mucho tiempo.
Recientemente, me reuní con algunos de estos líderes para discutir temas de educación locales y nacionales. En esa reunión, un líder me dijo que al reflexionar sobre sus esfuerzos de organizar compartió que ella y las otras familias NUNCA habrían organizado en la escuela si Trump hubiera sido presidente. Los riesgos ahora son demasiado grandes.
Mi corazón se hundió. Las vidas diarias de los inmigrantes consiste en calcular los riesgos cada dia y ahora con Trump de presidente estas madres que pararian a nada para mejorar la escuela de sus estudiantes se sentían silenciadas. Estas son las familias cuyas voces necesitan ser escuchadas. Es una pérdida para nuestras escuelas y comunidad. Se ha reportado que en todo el país los inmigrantes están cambiando su relación con los servicios sociales y optan por mantenerse fuera de las instituciones que se perciben aumentar el riesgo de deportación.
Aplaudo la declaración de OUSD de ser un Distrito del Santuario y las escuelas charter que han seguido el ejemplo. Y me alegró ver el Op. Ed. Del Superintendente Dr. Trammell el 17 de julio reiterando que OUSD no pide pruebas de estatus migratorio y compartiendo recursos para el Proyecto de Inmigración de Oakland. Oakland está haciendo un trabajo innovador, pero no es suficiente. Si aquellos que están más cerca del dolor son para exigir e identificar soluciones, debemos hacerlo mejor como una ciudad para asegurar que las familias puedan vivir, trabajar, jugar y abogar sin miedo aunque no estamos de acuerdo con ellos.
¿Qué hacemos para asegurarnos de que todos los empleados se trabajen en solidaridad con las familias de inmigrantes y los que están siendo atacados? Además de esforzarnos por proporcionar una excelente educación para todos los estudiantes, necesitamos que todo el personal en todas las escuelas, distritos y fundaciones, se comprometan a hacer que las escuelas sean acogedoras para los estudiantes y familias sin importar su estatus de ciudadanía, raza, género y habilidad.
Mirella Rangel creció en el Área de la Bahía y en México y comenzó a organizar para la justicia educativa mientras estudiaba Biología en la Universidad de California en Berkeley. Es una madre, Oaklandista, Xicana y organizadora que trabaja para un mundo más justo, sostenible, y fundado enamor. Síguela en Twitter @mirella_rangel
2 thoughts on “Beyond Sanctuary Schools. Más Allá De Las Escuelas Santuarios.”